Kant afirmaba que la felicidad es la satisfacción de
todas nuestras necesidades, es decir, una felicidad tan inalcanzable como angustiante
porque viviríamos en un estado de constante frustración.
Desde mi punto de vista siempre he pensado que percibir
la felicidad es el deseo que todo ser humano aspira, pero ¿quién es el
responsable de producir ese sentimiento de bienestar y regocijo? la propia persona; por tanto, somos nosotros quienes
tenemos el firme compromiso de decidir ser felices en medio de las circunstancias
adversas.
No siempre tendremos la oportunidad de sentir ese bienestar,
quizás debido a pérdidas de seres queridos, separaciones dolorosas, deseos
frustrados, disconformidad etc.
El tiempo es tan perfecto que se encarga de darnos las
fuerzas necesarias para sobrellevar cada situación, y después nos enseña a comprender
por qué sucedieron y darle su verdadero significado, eso ya nos causará un
enorme regocijo en nuestro interior y tranquilidad en el alma.
Todo en la vida sucede por y para algo, asumamos cada
proceso que ocurra en la vida como un impulso que nos ayudará para nuestra evolución
y para proseguir nuestro recorrido con firmes propósitos.
Provoca tu
felicidad y cuando lo hayas logrado disfrútala, atrápala porque siempre será fugaz.
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