viernes, 13 de noviembre de 2015

PENSAMIENTO



Tratemos de ayudar a los descalzos, hambrientos y desamparados de amor y de sed, a los olvidados y desprotegidos que deambulan por las calles sin ninguna esperanza, aquellos ancianos que quedaron postergados por sus verdaderos lazos familiares. Solo estas personas están consciente de su realidad y de sus verdaderas angustias, que los golpea cada día, a pesar de que  muchos familiares no suelen recordarlo, ellos solo se conforman esperando una mano que les de seguridad para levantarse, una migaja que apacigüe su hambre y  un vaso con agua que calme su sed, mientras el anciano sólo espera sereno el llamado hacia el  eterno descanso que lo liberará por fin del sufrimiento y del abandono absoluto.

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