domingo, 19 de mayo de 2019

Los zapatos de la Inocencia - Orlanda Torres



Conocí a un pequeño niño, que tenía una hermosa sonrisa, me sedujo su alegría inexplicable, llena de júbilo, a pesar de su imponente pobreza.
No reflejaba ser un niño triste, parecía no conocer la tristeza, su rostro no dibuja desdicha al contrario era un niño alegre, sonriente y quizás con un gozo ingenuo y transparente que muchos envidiaríamos tener.
Sus zapatos sucios y empobrecidos me llamaron la atención, y me hice algunas preguntas. ¿Cómo un niño podía usar esos zapatos en un país donde se dice no existe la carencia?
Se supone que no debería haber pobreza, se supone que aquí todo niño está protegido y ayudado. ¿Dónde están sus padres?
¿Cómo su madre puede llevarlo a la escuela día a día con sus zapatos sucios, rotos y sin pasadores?
Vino a mi mente tantas inquietudes, somos tan infelices y estamos rodeados de riquezas y algunas personas gozan de objetos caros.  Desperdiciamos el dinero en cosas banales, tratamos siempre de sentirnos dichosos, acumulando cosas materiales, sin embargo, muchas veces sentimos un gran vacío en el alma.
Corrí a comprarle unos zapatos, sentía que esa bella sonrisa desprovista de toda maldad humana necesitaba calzarse con unos zapatos dignos.
Me invadió temor al dárselos, no sabía si su mamá le gustaba mi idea de que yo le regalara unos “shoes”.  Sabía que en su rostro se iba a dibujar una linda sonrisa, donde enseñaría sus hermosos dientes blancos que contrastaban con su piel oscura. 
Es un niño de la pobreza, pero que no ha contaminado su inocente vida que apenas lleva cuatro años a cuesta.
Cuánta miseria existe en la vida y ni siquiera nos interesamos.  Cuántos niños los llenan de juguetes caros y sus padres compran desmedidamente, en ocasiones estos niños no aprecian lo que tienen, porque lo tienen todo desproporcionadamente.
Sin embargo, existen niños que tienen que conformarse y ser felices, aunque sea con sus zapatitos viejos.
Aquel entonces, ese niño me dio una lección de vida. La pobreza más grande la llevamos en el alma. Él era feliz con sus zapatos rotos, nunca perdió su ingenua y alegre sonrisa.
No conocía la riqueza material, todo lo que tenía era su valiosa inocencia.
No pude entregarle los zapatos que le compré, por temor a que fuesen rechazados por su madre.
Me conmovió su pobreza material, pero esa pobreza me fortaleció espiritualmente, porque en su corta edad me enseñó que la riqueza más valiosa, se la lleva en el alma.

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domingo, 12 de mayo de 2019

El valor de una madre - Orlanda Torres



Cada persona ha de tener su propio concepto de lo que significa una madre.
La madre es un ser admirado, querido, respetado y que debe protegerse siempre. Es un ser irremplazable, no existe nadie en el mundo que pueda ocupar su lugar.
El hijo que no cuida valora, ni respeta a su madre, ha perdido los valores más esenciales como ser humano.
Definitivamente sus lazos afectivos no son saludables, se han mutilado, porque una madre es lo más valioso que todo ser humano tiene en la vida.
Para una madre no existen los obstáculos, siempre logra vencer las pruebas de la vida, por ver feliz y realizado a un hijo, aun sabiendo que, su amor no es correspondido de la misma manera.
Ella siempre está disponible para escuchar a un hijo, sin embargo, son pocos los   hijos que encuentran tiempo para escucharla a ella.
Ella siempre está lista para dar un consejo, proporcionar amor, brindar apoyo y sostenimiento.
Da lo que no tiene, busca si es necesario, pero para un hijo se le hace difícil darle cuando ella necesita.
Nos muestra su valiosa sabiduría adquirida con los años, muchas veces no encontrada ni aprendida en los libros, sino aquella asimilada en el cotidiano vivir.
La madre siempre está ahí, aunque a veces lejos físicamente, siempre esta tan cerca de sus hijos con su amor único e incondicional.
Para aquellos que la perdieron, solo resta respetar el espacio que los acompañó, donde supo demostrarles los más valiosos sentimientos y de cómo debe vivirse verdaderamente la vida.
Para muchas de ellas, los años lamentablemente han dejado huellas imborrables, debido al implacable tiempo que deja sus secuelas.
Es inevitable sentir dolor cuando vemos a nuestra madre perder el deseo de seguir viviendo, más aún cuando fue un ser que siempre irradió vida.
Verla quebrantada, frágil y dependiente, nos sobrecoge y esa fragilidad que ahora ella tiene nos hace sentirnos verdaderamente impotente ante la adversidad.
Ya no es la madre de antes, ya no es la misma, ahora camina lento, la vida la lleva más pausada, menos apresurada y sus fuerzas han empezado a mermar, convirtiéndose así, en un ser indefenso y en muchos casos desvalido.
Madre no te dejes vencer, no pierdas la alegría en tu andar, continua tu marcha segura, que el tiempo no te robe la fe ni la esperanza de seguir viviendo.
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domingo, 5 de mayo de 2019

REFLEXION - Orlanda Torres




Hay que aprender a valorar todo lo que la vida nos regala por más simple que sea.

Hay que saber trabajar tus emociones, para que evites lastimar a los seres que te rodean y puedas asegurarte un futuro limpio.

Humanicémonos más para poder vivir una vida emocionalmente sana.

Recuerda que la vida tiene su fragilidad y esa fragilidad puede verse evidenciada en cualquier momento.

Deja atrás las banalidades, los egos inflados, el protagonismo y las competencias.

En eso no radica verdaderamente que tus conocimientos sean los más valiosos.

Se tú mismo no compitas con nadie. Mientras más sencillo seas, demuestra cuan valioso eres.

¿Pregúntate cual es el propósito que tienes aquí en la tierra, para que has venido? ¿Y cuál es el legado que deseas dejar para que trascienda?

Camina siempre por la vida con dirección, con proyección, descubre tu esencia y lo que te define.

Recuerda que lo material y las poses no aseguran que seas un ser talentoso y valioso. Aprende a ser sencillo, mientras menos desees figurar, es porque has reconocido tu verdadero valor.

Recuerda que tu no necesitas reconocimiento, el primero que debe reconocerse eres tú mismo.

Proponte metas concretas, provoca tu propia evolución.

Acércate hacia la auténtica realización de tu ser, vive en armonía con los demás para que puedas asegurarte un camino sosegado, tranquilo e impregnado de paz.
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