Con el paso del tiempo se empieza a comprender muchas cosas, podría
nombrar tantas, pero no alcanzaría, solo sabría decir que he aprendido más,
pues he aprendido a sobrellevar los cambios lógicos de la vida; los hijos se
empiezan a ir, vuelan a ser felices, bella juventud impetuosa, etapa donde a
nada le temes. Vivir es lo importante en ese momento, a veces los celebro, se
olvidan de las preocupaciones, desconocen las repercusiones que podría tener
cada paso que se da en la vida.
Es
en esa etapa donde se conoce al verdadero amigo, al amor que no se olvida, los
lugares más extravagantes, los momentos más memorables “hermosa juventud que no
regresa”.
Hoy
nos queda la satisfacción de ver que crecieron, que los preparamos para
enfrentar los reveses, para los tropiezos, pero también para que se levanten y
a pesar de los aciertos y fracasos que hay que encarar en la vida, siempre hay
que proseguir. Solo queda desearles que busquen realizarse como adultos y que
formen su propia familia, respetar su autonomía y su deseo de ser seres
independientes, deseando siempre lo mejor para ellos y para los que formen
parten de su entorno.
Mientras
tanto, los padres quedamos solos en casa, recordando nuestra etapa que también
fue vivida con intensidad, solo con algunos cambios, éramos más temerosos y
guardábamos más cuidado, la tecnología no había minado nuestra forma de
relacionarnos con los demás, nos comunicábamos con más afecto a través de las
palabras y de grandes gestos y muestras de cariño que eran emotivos, como un
abrazo, una llamada, o una mirada que decía lo suficiente.
Hoy
en nuestra memoria evocan los recuerdos de cuando fuimos también jóvenes y
adolescentes felices, pero transitamos más serenos disfrutando esta nueva etapa
que también guarda gran significado y peculiaridad.
Todo
cambia, nada permanece estático, los hijos avanzan, nosotros también, pero
enriquecidos de haber aprendido en nuestro recorrido. Mientras, los
contemplamos de lejos, y solo deseamos que se realicen y que encuentren su
propio norte, pero que no se olviden de ser felices.
Hoy,
mientras ellos disfrutan su etapa, nosotros los padres buscamos otra manera de
disfrutar la nuestra, muchos preferimos aguardar en casa leyendo un libro,
disfrutando de una película y otros preferimos compartir una tranquila velada
con amigos de antaño recordando momentos vividos, transportándonos donde alguna
vez fuimos inmensamente felices.
Los
años ya no son los mismos, ahora reposamos más, tenemos otras obligaciones,
sentimos más cansancio, solo nos queda apreciar la vida de otra manera, pero
nunca olvidar de que hay que seguir disfrutándola a pesar de todo.
Pareciera ser que vivimos más sosegados, porque en esta etapa de la vida
lo que más nos importa es vivir en paz.
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