El
que vive sin paz interior se convertirá en un prisionero de sus propios
sentimientos oscuros como: el odio, la ira, irritabilidad y mezquindad.
Cuando
nos sentimos en paz, somos seres transparentes, optimistas, amigables, y hasta
dadivosos, damos lo que no tenemos porque sentimos un bienestar que nos produce
generosidad.
Cuando
somos seres insatisfechos, irascibles, hostiles y egoístas, es porque en el
fondo no hemos encontrado la paz que necesita nuestro ser y normalmente
producimos daño a los demás debido a nuestro descontento interno.
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