Cuando
se alberga en el interior el sentimiento de odio, inconscientemente se va
destruyendo el propio yo.
Muchas
veces el ser que más odia es el que tarde o temprano terminará aniquilando su
propio ser. No es necesario que el sujeto gaste su valioso tiempo de vida
odiando a las personas que transcurren por su camino y muchos menos aquellos
que formen parte de su destino.
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