Quisiera dejar atrás mis caminos que aún continúan empedrados, aquellos que han imposibilitado mi avance deseado y a pesar de mis abrumadas experiencias logro agradecerle su existencia, porque ha dejado en mi recorrido riqueza y un valioso aprendizaje.
Hoy camino en solitario, escribiendo mis vivencias, observando mis sueños que he cumplido y reconociendo aquellos que aún no logro acariciarlos. Contemplo mis días con detenimiento, reposadamente y enriquecida de haber encontrado el verdadero sentido a mis vividos años, aquellos que sólo puedes reconocerlos cuando se ha caminado la mitad de la existencia. Continúo mi camino en solitario, creando, viviendo, soñando y contemplo el fondo de mis sueños que han quedado aplazados.
Me acompaña sólo mi pluma, mis papeles revueltos con mis letras, encima de mi escritorio donde reposo a diario, aquel conocedor de mis insospechadas ideas que siempre me han acompañado.
Recorro mi camino que aún continúa empedrado, pero convencida y optimista como una niña con afable inocencia de que algún día, por fin pueda abandonarlo para caminar serena y pausadamente el trayecto que me quede reservado.
Me acompaña sólo mi pluma, mis papeles revueltos con mis letras, encima de mi escritorio donde reposo a diario, aquel conocedor de mis insospechadas ideas que siempre me han acompañado.
Recorro mi camino que aún continúa empedrado, pero convencida y optimista como una niña con afable inocencia de que algún día, por fin pueda abandonarlo para caminar serena y pausadamente el trayecto que me quede reservado.
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