El estar solo o en
soledad es mucha veces reconfortante, es una experiencia que nos
ayuda a disfrutar y apreciar muchas cosas de la
vida y de nuestro entorno que estando acompañados no podemos darle
su respectivo significado.
El
estar solo tiene su verdadero valor, sólo hay que saberlo encontrar, porque
nos permite evaluar y nos da la posibilidad de reconsiderar muchos aspectos de
nuestra vida que ya no podemos seguir sosteniendo.
En
muchos casos nos brinda la oportunidad para analizar, dar
resoluciones y hacer cambios radicales en nuestro recorrido, para
nuestra satisfacción, evolución y desarrollo personal.
El estar solo es un estado que no todo el
mundo sabe manejarlo positivamente, ni le da su verdadero uso, pues no todas
las personas utilizan este momento para aportar cosas positivas a su ser.
Cuando la soledad no es bien percibida por
el individuo, puede convertirse en su mayor enemigo,
hay que saber manejar la soledad, no todos estamos capacitados para darle su
respectivo aprecio y utilidad, existen individuos que al enfrentar la
soledad tienden a enfermarse, les invade la desesperanza, sintiendo en muchos
de los casos, como si llegase a ser el fin de sus días.
La soledad en la adultez es muchas veces
racionalizada, sabemos manejarla dándole su uso adecuado, pero cuando la soledad
se presenta en la vejez podría convertirse en un fenómeno
desvastador.
Debemos tener presente que el estar solo o
en soledad no siempre significa falta de compañía, recordemos que muchas veces
nos encontramos rodeados de muchas personas, sin embargo, nos sentimos
inmensamente solos.
Recuerden que en la soledad se valoran las
ausencias y aprendemos a necesitar las presencias de
quienes en muchas ocasiones hemos ignorados.
Que el estar solo, sea el estado que nos conduzca hacia caminos esperanzadores
y nos permita hacer cambios radicales que nos
transporten hacia la auténtica felicidad.
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