jueves, 12 de octubre de 2017

La sociedad está perdiendo los valores más esenciales de vida - Orlanda Torres


He observado en estos últimos tiempos que hay tanta gente con deseo de ser escuchada con deseo de que sus problemas sean resueltos de manera mágica, buscan apoyo y suelen acudir al primer lugar que consideran le harán un milagro. Mientras se tiene fe lo justifico, mientras el ser humano encuentre paz y tranquilidad en su ser en el lugar donde acuda, también lo justifico. ¿Pero en qué radica tanto descontento?, tanta infelicidad en el ser humano? Pienso que hemos perdido la solidaridad, el respeto y el amor por los demás. El sujeto cada día pierde la esencia y se convierte en un ser mecánico, donde pierde la calidad de los valores más hermosos para una convivencia sana.
Es por eso que los hogares cada día se tornan disfuncionales, la relación de pareja deja de ser saludable, porque existen las infidelidades físicas y virtuales, las relaciones con los hijos prácticamente desaparecen, entonces se producen los resentimientos o duelos  de padres a hijos o de hijos a padres, todo esto es debido al sistema en el que se está viviendo en medio de objetos sofisticados que cada día nos están minando, olvidando con esto, que los seres humanos necesitamos, ser más amados, respetados, queridos y valorados.
Cuando se vive en las grandes ciudades donde el consumismo y las grandes tecnologías son de cierta manera un fantasma amenazante se pierde un poco la coherencia y empiezan a descubrirse las falencias y es entonces donde el resquebrajamiento a nivel social y familiar se convierte en un fenómeno que si no es controlado a tiempo produce grandes connotaciones casi insalvables en la vida de cada ser humano.
Si vamos a los pueblos donde los indígenas conviven con lo más elemental, podríamos observar que ahí la convivencia es más pura, más humana, menos maquillada y más real. Existen muy pocos problemas, no se necesita un psicoanalista, ahí no tiene ninguna validez porque ellos son aun seres transparentes y conservan su verdadera autenticidad.
Ahí nadie es utilizado para su conveniencia como en las grandes ciudades, ahí todavía existe la reciprocidad y la solidaridad humana.
Es en nuestra sociedad tan sofisticada, pero a la vez tan deshumanizada donde lo único que prevalece es el poder, lo vemos en nuestro entorno, a nuestro alrededor, en los centros de trabajo, en la televisión con las campañas políticas donde cada candidato se defiende de manera aberrante insultando al otro y buscándole de su pasado el lado más oscuro para poder llegar a derrotar al contrincante.
¿Si ellos son los que nos van a representar, qué ejemplo están dando a la sociedad?, donde cada día el hombre vive algo parecido en sus hogares, en sus centros de trabajo y lamentablemente este ejemplo se proyectan en nuestros jóvenes que consideramos son el futuro del mañana.
Como lastimosamente en la actualidad los padres ven muy poco a sus hijos la integración familiar está en decadencia, podríamos decir que tanto los hijos como los padres están viviendo mundos diferentes donde los lazos más vitales de vida están desapareciendo y cada cual vive su propio espacio sin importarle nada.
Obviamente muchos padres se encuentran alienados y sumergidos en un mundo competitivo y materializado que lo que hace es minar el espacio más sagrado que es el que ocupa la familia y eso produce un deterioro familiar lamentable, evidentemente esto tarde o temprano si no es bien manejado y descubierto a tiempo producirá un fenómeno preocupante del cual nadie saldrá exento y se convertirán en seres infelices porque se habrá roto tanto el vínculo del matrimonio como el de padres a hijos.
Aún hay tiempo para reflexionar, para salvarnos, haciendo un análisis de nuestra vida y descubrir en qué estamos fallando y si deseamos tener una vida con calidad, debemos hacer un alto y pensar, que lo más valioso que se tiene en la vida es el hogar y los seres que verdaderamente amamos y conforman nuestro entorno. Démosle más tiempo, más calidad y calidez,  seamos más gratos, agradecidos y recíprocos con la familia, amigos y con la humanidad. No perdamos la humildad y conservemos la solidaridad para poder vivir una vida llena de paz y de una profunda libertad de emociones positivas.



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