PENSAMIENTO
Cuando se llega a viejo, empieza a invadir la desesperanza y cada día se hace más pesado llevarlo a cuesta, ya no suelen ser disfrutados solo soportados.
El día y la noche suelen tener parecidos porque ya nada es diferente o especial, solo resta “esperar”. Se espera al amigo, al hijo ausente, al familiar querido que nunca vendrá, pero que aun así, se espera, para que le regale un momento de compañía y calor humano que al final nunca sucederá.
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