sábado, 4 de agosto de 2018

ETAPA DORADA - Orlanda Torres





En esta etapa muchas personas tememos revelar la edad, normalmente suele sucedernos más a las mujeres, pero con el transcurrir del tiempo he comprendido que los años además de dejarnos ciertos cambios físicos inevitables, también nos han regalado fortaleza, sabiduría, una enorme escuela de enseñanzas y de satisfacciones en nuestro proceso evolutivo personal.
Es en esta etapa donde se entiende mejor la vida y se procesan los acontecimientos como hechos ineludibles que transcurren para dejarnos un destello de aprendizajes acompañados de fragilidad y a la vez de firmeza.
Se comprende que envejecer no solo significa despojarse de una hermosa cabellera, de unos pechos firmes y de un cuerpo escultural.  Envejecer es la otra etapa de la vida donde acontecen los mejores momentos del ser humano, albergando sabiduría, tolerancia y conformidad.  Es en este momento donde se empiezan a hospedar los gratos eventos vividos, así como también el recuerdo de nuestros más grandes desaciertos que marcaron quizás nuestra vida. 
En este periodo se aprende a disfrutar más a nuestra pareja, nuestros nietos y se evoca el grato recuerdo de la infancia de nuestros hijos que en algún momento compartieron con nosotros el núcleo familiar.
Ya en esta fase se busca intensamente la tranquilidad para vivir reposadamente los años que nos quedan, disfrutándolos cómodamente rodeados de armonía y sobre todo de mucha paz.
Es aquí donde sabemos que vivir agobiados y turbados no causará más que desestabilizar y enfermar nuestro organismo, es por eso por lo que decidimos reducir las cargas y tensiones que nos producen los elementos externos de los cuales no podemos tener control. 
Aprendemos a preservar nuestro interior buscando sosiego y tranquilidad, esquivando todo lo que perturbe nuestra serenidad y lo que ensombrezca nuestros días. 
Es ahora donde nos enfocamos más en querer dejar un legado que trascienda, eso alimenta nuestro ser, porque sabemos que estamos haciendo una diferencia y a la vez estamos dejando huellas que marcarán una historia.
Ya no necesitamos competir con nadie, no hay necesidad. Ya en esta fase de la vida no tiene relevancia, sabemos lo que deseamos y hacia dónde nos dirigimos. 
En esta etapa dorada tenemos muy presente que lo más valioso y gratificante es consolidar la justicia con nuestra paz interior.

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