La
mujer siempre ha sido encasillada como el ser que debe procrear, la que debe
dedicar y sacrificar su tiempo para la familia, la responsable de mantener
unidos a los miembros de su entorno, además de poseer sabiduría, tolerancia y
gran entereza.
Se
ha considerado que la mujer debe ser solidaria, mostrar apoyo incondicional,
ser sinónimo de comprensión profunda e infinita, emprendedora y decidida,
protectora, conciliadora y proveedora de armonía vital, así como también, la compañera
que debe tener suficiente fortaleza, valentía, calidez y humanidad y además de
todo esto, ser la imagen que siempre irradie belleza.
La
mujer es un ser humano que tiene fortaleza, pero que también flaquea, que
además de dar, también desea recibir, no sólo lo material completa su
felicidad, muchas veces las palabras de aliento y de solidaridad, es un
gran aporte que la hará sentirse valorada, reconocida y respetada. El hombre que
desee retener a su lado a una mujer llenándola de cosas materiales, estará lastimando
su valiosa inteligencia.
Ser
mujer no solo significa estar lista para satisfacer placeres, para cumplir
con las necesidades de su familia y de su entorno. Una mujer necesita muestra
de afecto, reconocimiento y soporte, porque eso la motivará a realizarse en la
vida y a pesar de ser considerada hoy, como un ser independiente y fuerte,
nada es más importante como la protección y valoración de su compañero y de los
seres que ella dió vida.
Una
mujer necesita un cómplice, un compañero de ruta, aquel que a su lado sienta
sostenimiento, protección y afirmación a sus anhelos. La mujer desea gratitud y
respeto de aquellos por los cuales se entrega para verlos
evolucionar, y cuando se cumple con ese objetivo principal en la vida, la
mujer necesita despegar y buscar el cumplimiento de sus metas y propósitos
trazados para materializar sus más codiciados deseos, porque la mujer también
camina por la vida con objetivos, propósitos y sueños.
Cada día para ella es un gran desafío,
porque sabe que tiene el gran compromiso de superar metas y retos diarios; comprende
que cada amanecer debe enfrentárselo con una postura firme, porque debe
aprovechar cada instante para enriquecer su ser, y sabe que el hecho de
existir ya es un gran privilegio que debe apreciarlo y valorarlo.
Una
mujer primero es hija, antes de llegar a ser compañera y madre, y sabe
también que debe preocuparse por los
seres que le dieron la posibilidad de existir, y que hoy, los ayuda en su
lento caminar, agarrándole aquellas manos que un día la protegieron.
Ser
mujer no solamente es símbolo de belleza, no debe mirársela como un objeto, la
mujer también tiene inteligencia, ella además de ser fuerte, es también
vulnerable, no es la que solo debe proveer amor, ella también desea ser amada y
retribuida, no siempre es la que encamina y dirige, ella también desea alguna
vez ser orientada y guiada.
Porque
ser mujer es una responsabilidad ardua, desde el primer momento que se camina
por la vida y se tiene conciencia del gran desafío y compromiso que deberá
enfrentar en su transitar, no solamente para su vida, sino también para la
sociedad.
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