Cuando existe un desarraigo emocional y físico,
el deseo de reencontrarse con los seres queridos se hace inevitable y se
convierte en una gran prioridad para el ser humano.
Cuando se
emprende la partida, se vive un sentimiento muy fuerte, nos embarga
la tristeza de lo que se abandona, es entonces cuando
pensamos que la voz a través del teléfono o la letra escrita de los
seres que tuvimos que dejar atrás, pueden llenar los espacios que se
establecen cuando decidimos alejarnos.
El
sentimiento de la lejanía produce muchas veces un estado de nostalgia, debido a
eso, la importancia que existe para todo ser humano reencontrarse con su
pasado, consigo mismo y con sus verdaderas raíces, eso suele ser favorecedor.
El
estar aislado del entorno primario que nos vio crecer, ya sea por
voluntad o por situaciones externas, hace descubrir fuerzas que el ser
humano desconoce, es ahí donde se empieza a vivenciar poderes que no
creemos poseer.
Solamente
cuando se está en esas condiciones es cuando el hombre logra desarrollar
mecanismos de defensa y de supervivencia que desconoce.
El
aislamiento es un estado elocuente y a la vez enriquecedor, te permite
aprender a superar situaciones y obstáculos que no imaginaste que podrías vivir,
y así mismo, permite reconocer y valorar lo que en muchas ocasiones
nos pareció insignificante e intrascendente en la vida.
La
fe y el deseo de reencontrarte con tus seres queridos te hacen mantener viva la
esperanza y se convierte en tu mayor motivación para alimentar tus días.
La
esperanza suele derrotar la angustia y la inquietud, poniéndole fin a un período sombrío
y paralizador.
El tema del dia de hoy en el blog del Historiador Cubano Joaquin Estrada-Montalvan, Gaspar ellugareno.com
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