martes, 26 de diciembre de 2017

Añoranzas - Orlanda Torres


Cuando pasan los días y veo cómo cada año suele disfrutárselo tan de prisa, me vienen a la mente los recuerdos del ayer de mi transparente infancia aquella en la que cualquier gesto para mí era mi mayor regalo. Luego recuerdo mi adolescencia, etapa dorada, aquellos amores que a pesar de los años nunca se olvidan, mis amigos entrañables que aún conservo y nos reunimos cada vez que regreso al suelo patrio, aún existen esos amigos, aquellos que compartieron también tus sueños y que aún te recuerdan, como tú a ellos y siempre soñamos encontrarnos en cualquier café para desnudar una noche contando recuerdos entrañables que marcaron aquella etapa que no regresará, caminando  las calles que recorrí en mi juventud acompañada de su típico olor de mi tierra.
Pasaron los años y ahora vivo lejos, aislada de todo aquello que un día me provocó regocijo, me rodea mi familia, mis hijos, mi amor escogido; ahora soy madre, esposa, compañera de camino y una hija pendiente de sus padres mayores.
Los años de mi juventud partieron, aquellos que caminé con afable transparencia, hoy observo la vida pausadamente y trato de encontrarle su significado, nada me ofende ni me extraña, aprendí a conocer a las personas, acepto con más sabiduría los errores humanos, sus respuestas sin educación y sus irreverencias.
He comprendido los comportamientos de las personas, muchas veces carentes de cortesía y amabilidad, nadie es perfecto, recibes gestos buenos de quienes menos esperas, una llamada, un mensaje o un simple texto de personas que no imaginas, pero te recuerdan y te quedas esperando el reconocimiento de tus seres más preciados, y esos nunca llegan, no te explicas la razón, pero se lo vive.
A esta etapa de la vida, he aprendido a encontrarle su verdadero significado, nada me ofende ni me extraña, aprendí a conocer a las personas y que verdaderamente todos los seres humanos somos imperfectos.
A mis años aprendí que todo o nada puede suceder, y si algo acontece ya no debería causarme asombro ni extrañeza. Se debe esperar lo bueno, como también lo malo y debemos estar preparados para las adversidades y los momentos más relevantes.
Lo que más le agradezco a esta etapa de la vida, es que uno se vuelve más selecto, y aprendes a darte cuenta de que no debemos desgastarnos en cosas innecesarias, que todo tiene un por qué y un para qué y que todo tiene una respuesta, posiblemente la encuentres hoy, quizás mañana o muy posiblemente nunca debas hallarla.

Hoy respiro tranquila, camino contemplando mis días y espero con pausa los hechos, porque a esta etapa, ya la vida suele disfrutársela con más conformidad, transitando el camino escogido, amando a mis seres queridos, viviendo en armonía para retomar la verdadera paz.

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