Cuando
pasan los días y veo cómo cada año suele disfrutárselo tan de prisa, me vienen
a la mente los recuerdos del ayer de mi transparente infancia aquella en la que
cualquier gesto para mí era mi mayor regalo. Luego recuerdo mi adolescencia,
etapa dorada, aquellos amores que a pesar de los años nunca se olvidan, mis
amigos entrañables que aún conservo y nos reunimos cada vez que regreso al
suelo patrio, aún existen esos amigos, aquellos que
compartieron también tus sueños y que aún te recuerdan, como tú a ellos y
siempre soñamos encontrarnos en cualquier café para desnudar una noche contando
recuerdos entrañables que marcaron aquella etapa que no regresará, caminando las calles que recorrí en mi juventud
acompañada de su típico olor de mi tierra.
Pasaron
los años y ahora vivo lejos, aislada de todo aquello que un día me provocó
regocijo, me rodea mi familia, mis hijos, mi amor escogido; ahora soy madre,
esposa, compañera de camino y una hija pendiente de sus padres mayores.
Los
años de mi juventud partieron, aquellos que caminé con afable
transparencia, hoy observo la vida pausadamente y trato de encontrarle su
significado, nada me ofende ni me extraña, aprendí a conocer a las personas, acepto
con más sabiduría los errores humanos, sus respuestas sin educación y sus
irreverencias.
He
comprendido los comportamientos de las personas, muchas veces carentes de
cortesía y amabilidad, nadie es perfecto, recibes gestos buenos de quienes
menos esperas, una llamada, un mensaje o un simple texto de personas que no
imaginas, pero te recuerdan y te quedas esperando el reconocimiento de tus
seres más preciados, y esos nunca llegan, no te explicas la razón, pero se
lo vive.
A
esta etapa de la vida, he aprendido a encontrarle su verdadero significado,
nada me ofende ni me extraña, aprendí a conocer a las personas y que verdaderamente
todos los seres humanos somos imperfectos.
A
mis años aprendí que todo o nada puede suceder, y si algo acontece ya no
debería causarme asombro ni extrañeza. Se debe esperar lo bueno, como también
lo malo y debemos estar preparados para las adversidades y los momentos más
relevantes.
Lo
que más le agradezco a esta etapa de la vida, es que uno se vuelve más selecto,
y aprendes a darte cuenta de que no debemos desgastarnos en cosas innecesarias,
que todo tiene un por qué y un para qué y que todo tiene una respuesta,
posiblemente la encuentres hoy, quizás mañana o muy posiblemente nunca debas
hallarla.
Hoy
respiro tranquila, camino contemplando mis días y espero con pausa los hechos,
porque a esta etapa, ya la vida suele disfrutársela con más conformidad,
transitando el camino escogido, amando a mis seres queridos, viviendo en
armonía para retomar la verdadera paz.
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