“Puedes
tener fe, pero si no haces obras, tu fe está muerta.” - Papa Francisco
Por
eso, tratemos de ayudar a los descalzos, hambrientos y desamparados de amor y de
sed, a los olvidados y desprotegidos que deambulan por las calles sin ninguna esperanza.
Aquellos ancianos que quedaron postergados por sus verdaderos lazos familiares,
solo estas personas están conscientes de su realidad y de sus verdaderas
angustias, que los golpea cada día, y a pesar de que muchos familiares no
suelen recordarlos, ellos solo se conforman esperando una mano que les de
seguridad para levantarse, una migaja que apacigüe su hambre y un vaso con agua
que calme su sed. Mientras el olvidado sólo espera sereno el llamado hacia el
eterno descanso que lo liberará por fin del sufrimiento y del abandono
absoluto.
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