Recordemos que el amor implica
compromiso, entrega mutua, si esto no existe, es una relación fugaz, por lo
tanto, no tiene consistencia ni trascendencia.
Es una unión donde dos seres
se relacionan solo para satisfacer placeres donde realmente solo prevalece la
pasión.
El amor crece día a día cuando
ambas partes se aceptan con los defectos, porque saben que también son
imperfectos, cuando se dan cuenta que están decididas a caminar y recorrer el
camino de la vida aceptando sus falencias, valorando sus vivencias y respetando
sus anhelos y sus roles individuales de cada uno.
No solo se debe idealizar a la
otra persona, no es llenar los espacios vacíos y utilizarla para satisfacer sus
conveniencias, no es estar agradecido, ni admirarla solamente. Tampoco implica
indecisión ni confusión, el que siente esto, verdaderamente no está amando.
El amor es recíproco y se debe
compartir intereses en común, no necesariamente debes parecerte al otro, pero
si tener una empatía y un proyecto de vida que los movilice a caminar
paralelamente.
Debe existir diálogo,
confianza y complicidad, de lo contrario cada cual buscará el espacio que lo
haga sentirse feliz.
Y aun viviendo juntos,
posiblemente la relación se verá afectada y por ende muy probablemente
desintegrada, aunque compartan el mismo techo.
Sí la relación pierde
consistencia y empiezan a mermar los sentimientos vitales, se encontrarán cara
a cara con una realidad inevitable “el desamor”.
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