Que debo rodearme de personas que deseen
compartir conmigo este camino lleno de sabiduría que he atesorado durante estos
años.
Que debo dejar atrás banalidades, cosas
innecesarias, así como los avatares y las derrotas de mi pasado.
Que no debo detenerme tratando de
encontrarle respuesta a lo inexplicable, probar lo improbable, recuperar lo
irrecuperable.
Que no debo repensar sucesos
innecesarios que me han debilitado inútilmente, porque a esta etapa de la
vida ya no los considero válidos.
Que no mantenga conversaciones sin
contenido con personas mezquinas, dándoles oportunidad para que irrespeten mis
valores.
Que ahora no puedo desperdiciarlo soñando
en querer llegar a la cima cuando ya conocí el dolor de la caída.
Que los años se me están yendo, dejando
huellas que evidencian en mi rostro y en mi cuerpo que el tiempo
inevitablemente continúa su curso.
Que ya no es momento para competir,
porque hoy se me hace más difícil recordar eventos y suelo olvidar con más
facilidad.
Que mis fuerzas ya no son las mismas, que
viva con más tranquilidad, acariciando la vida detenidamente, rodeándome de
seres transparentes que me brinden paz espiritual.
Que ahora siento que tengo más control de
mi vida y de mi realidad presente, porque hoy solamente busco la
esencia en el ser humano su transparencia y humildad.
Que debo buscar a mis verdaderos
amigos, los de mi juventud y de mi infancia, aquellos que, a pesar de
los años y la distancia no me han olvidado.
Que lo material no es esencial, solo se
necesita una llamada, unas letras o un abrazo, eso es suficiente
para sentirse verdaderamente recordada y valorada.
Hoy deseo vivir sin temores, sin
angustias, agradeciéndole a Dios y pidiéndole que cada día que me quede me lo
conceda con calidad, dándome la prerrogativa para continuar.
El tiempo me dice que todo momento es
perfecto, no importan los años que tenga, ni los que me queden, pero que
trate de vivir feliz y con dignidad.
Porque simplemente ya no tengo
el mismo tiempo…………………
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