Muchos de nosotros en algún momento nos hemos visto amenazados,
quebrados, débiles y es ahí donde hemos aprendido a apreciar las simplicidades,
el reconocer que cada mañana es un regalo divino donde debemos reencontramos
con Dios y darle las gracias por un nuevo día y un nuevo comienzo, y en cada
amanecer debemos prometernos ser felices y olvidar los actos negativos, dejar
los odios, las guerras que separan familias, que producen muertes
innecesarias, disconformidad, separaciones y pérdidas irrecuperables.
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