Debemos ayudar a nuestros hijos para que puedan despegar y para que construyan con bases sólidas su propio destino, donde ellos establecerán y decidirán ser felices o no.
Nuestro mayor deseo será que puedan escoger un mundo que esté exento de dificultades y de miserias, pero nada nos garantizará que eso será lo que ellos posiblemente les tocarán vivir. Solo nos resta tener claramente establecido que todos esos obstáculos y reveses que tendrán que enfrentar a lo largo de su recorrido les ayudará a adquirir mayor responsabilidad y experiencias que los fortalecerán con la sabiduría necesaria para poder levantarse las veces que tengan que caerse al vacío.
Mientras respetar su autonomía es todo cuanto podemos hacer, dándoles siempre apoyo y todo el amor sin pretender comprar sus sentimientos.
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