La distancia me demostró  que desde el momento que partí se quedó
parte  de mi historia, alejándome de mis
costumbres,  de mi gente y de mis
verdaderas raíces.
Me ha enseñado que mientras más lejos estamos,  aprendemos a valorar todo lo que se abandona
y que tarde o temprano sentirás el deseo
de regresar  para reencontrarte con tu
pasado.
Que empaque en mi viaje muchos sueños, presagiando quizás que  iban a cumplirse,  sin embargo aún quedan muchos de ellos  acumulados en mi maleta.
La distancia me hizo reconocer  ese profundo dolor que  se aloja 
en el interior de todo el que emigra, esa sensación de vacío, de
nostalgia  producto del desarraigo
emocional y físico.
Mi pluma  ha
sido el testigo mudo de mi deseo profundo de plasmar mis vivencias,  por eso siempre le escribo a la vida,
deseando con eso  besar la esperanza,
pretendiendo mitigar el desconsuelo que me dejaron las decisiones de mi pasado.
La distancia me ha invitado a recorrer las calles de mi infancia, esas 
que conocieron  mi inocencia, mis sueños de niña, aquellas que camine
protegida por las manos de mis padres, 
sin imaginar jamás que algún día tenía que  abandonarlos.
Conservo la foto de ellos cerca de mi cama,  pero evito mirarla, queriendo
esquivar  el dolor  que les deje 
aquel día que partí hacia un lugar desconocido acompañada de mis quimeras.
Camino por estas calles que no me pertenecen oliendo a
soledad, perseguida por mis temores, invadida 
de  culpabilidad y  de muchas preguntas sin respuestas que aún no
logro contestar. Convirtiéndose en mi eterno presente…
Durante todo este tiempo  he extrañado 
aquellas áreas que quedaron vacías, la butaca que  dejo de pertenecerme el día que partí,  objetos insignificantes  que hoy les he encontrado su verdadero valor,
incontables  momentos de felicidad que
disfrute con mi familia, y  aquellos
lugares que conocieron mi risa cuando aún 
mi mirada  reflejaba vida.
Hoy la 
distancia me ha enseñado a convivir con el silencio y con la
soledad,  sintiéndome muchas veces  desmembrada y lisiada emocionalmente,  temo gritarle al mundo lo que realmente he
sentido, por eso decidí crear mi propio espacio donde he tenido que ahogar mis emociones  para no ser injustamente
juzgada.
He reconocido que aunque trates de ser feliz en tu actual
entorno y con los seres que tienes a tu lado, nunca será suficiente y que a la larga se termina extrañando todo aquello que quedo atrás.
Volteo cada mes las hojas del almanaque ansiando que
los meses  pasen  fugazmente y deseando  que los días no se detengan,  anhelando que 
llegue  el momento  que me permita  reencontrarme con los míos y con todo aquello
que me hizo feliz.
La distancia me hecho sentir, que  la
tierra duele,  que la tierra hala, hoy
la única opción que tengo en mi vida es sentarme a reflexionar, alzar mi
mirada y contemplar el cielo, mientras me sumerjo en mis meditaciones, llevo en
mi mente  una sola ilusión, un solo propósito,  algún día poder  regresar a casa.…