Junio 24/12
Hoy me siento un poco más tranquila y he decidido escribirte. Hace tres
semanas que físicamente nos dejaste porque es la ley de la vida, ese es el único camino del que nadie puede
escapar, desde entonces te recuerdo intensamente, desde los primeros detalles
cuando era niña y estudiaba en tu escuelita, donde mi abuelito y mi padre me llevaban de la mano
todos los días recorriendo las calles de mi infancia y de mi tierra, donde me enseñaste muchas cosas. Recuerdo que
eras fuerte de carácter, pero hoy comprendo que eso te ayudó a enfrentar estoicamente
tu dura enfermedad.
Luego crecí y siempre estuviste ahí , ocupando ese espacio
especial después de mi madre, tú fuiste mi confidente, mi amiga, me gustaba mucho hablar contigo, recuerdo
nuestras largas conversaciones, no
sólo eran sobre la cotidianidad de la vida, tenían gran contendido, eran profundas, sólo contigo podía mantenerlas, recuerdo que el tiempo era nuestro peor
enemigo. Pasaron los años y partí cuando me convertí en adulta, y cuando di ese paso no sabía bien cuanto me costaría,
sólo pude darme cuenta cuando empecé a vivirlo.
Siempre supe que esta idea de dejar mi tierra nunca te agradó mucho,
pero me fui.........y en mis reiterados
regresos, siempre me esperabas en el aeropuerto, hasta que enfermaste.
Conversábamos largas horas junto
con mi madre cuando yo iba, eran largas horas de risas y de recuerdos,
tengo presente tus gestos, tus palabras, tus consejos, tus teorías, tu sabiduría que atesoraste en todos tus años
vividos.
Siempre fuiste una maestra por vocación
y hoy más que nunca comprobé que hasta el último día nos enseñaste a
todos, cómo pudiste sobrellevar tú larga, penosa
y sorpresiva enfermedad.
Recuerdo que en el 2010 cuando regresé ya no te encontré como siempre en
el aeropuerto, yo te fui a ver al hospital,
estabas en terapia intensiva, ya estabas
enferma e insólitamente fui la primera en saber que estabas destinada a morir
por una penosa enfermedad.
Cómo decírtelo? Como matar tu sueño
de vivir, amabas la vida, poco te quejabas de ella, nunca lo hacías públicamente,
jamás demostrabas que estabas en desajustes económicos, recuerdo que tu decías
que no se debía decir lo mal que uno podía estar, por eso y por muchas otras razones decidimos
callar, únicamente tenías la opción de
vivir tus últimos días con calidad. Entonces decidí cuidar de ti, sabía que yo era la indicada y que fui la
elegida en tus primeros días de
enfermedad y me dediqué en
cuerpo y alma para hacerlo y lo hice con mucha satisfacción porque eras mi tía
querida, pero sólo por escasos 15 días
debido a que tenía que regresar, retorné satisfactoriamente después de 7 meses, aún te encontré viva a mi regreso.
Por tu
conversación intuí que tú ya habías
entendido tu enfermedad, pero no la
mencionabas y así demostraste una valentía inimaginable, demostraste tu coraje
soportando tu enfermedad muchas veces sola, sola con tus pensamientos,
preguntas sin respuestas, fuiste perdiendo tus más elementales habilidades, ya
no podías comer, ya no podías hablar, solo contemplabas la vida en silencio y
con tus ojos humedecidos podías transmitirnos cuanto deseabas seguir viviendo. Desde ese momento nos
enseñaste que debemos de ponerle una postura firme a la vida, tuviste coraje para
enfrentar tu dolor, tus miedos, tu irresistible soledad, sólo te acompañaron tus hermanos, y muy pocas
personas que realmente te quisieron, hoy todo lo que atesoraste se quedó sin ti,
eso me demuestra que nos consumimos tanto por las cosas innecesarias, pero que
cuando partimos todo aquello se queda y nos convertimos en un pedazo de carne
que colocan en una fría caja para luego ser depositada en un hueco.
Recuerdo que me decías que era una escritora en potencia y que era tu
sobrina más querida hoy es todo lo que guardo de ti, además de tus cartas, tus
tarjetas que me enviaste en todo este tiempo de lejanía, también tengo en mi
casa recuerdos tuyos y las fotos nuestras que guardaste a lo largo de los años.
Yo te recuerdo viva, te siento viva, te veo viva, te sueño, recuerdo tu
risa, tus gestos, tus palabras, no olvido tu sonrisa mi tía querida, tu voz clara cuando me llamabas “Orlandita” y
cuando partía de mi tierra siempre me
decías “Hasta pronto”.
Curiosamente la última semana antes de que partieras recuerdo estuve muy triste, recordándote, presentía algo, el jueves antes de que fallecieras te llamé y le dije a la señora que te cuidaba que te ponga el teléfono al oído, ya que no podías hablar, solo escuchabas , recuerdo mis últimas palabras para ti “Chela soy Orlanda tu sobrina , deseo que estés bien y quiero decirte que te quiero mucho, cuídate y me despedí diciéndote, “Hasta pronto”, pero nunca pude recibir respuesta.
Lamento no haber estado contigo cuando partiste, te fuiste sola, nadie de tu sangre
lastimosamente pudo llegar a tiempo, pero donde quieras que estés lleva siempre
el consuelo que se te quiso mucho. Hoy sé que estas reunida con mi abuelito con
mis otros tíos que nos están esperando, sé que estas feliz, que por fin saliste de ese estado que no
merecías vivirlo, por eso muchos pedimos
que partieras para que por fin pudieses descansar en paz, al lado de los que hoy sé que en el cielo
estarán felices de estar a tu lado.
Tu siempre me despedías diciéndome “Hasta pronto” nunca olvidaré esas palabras mi tía querida, estoy convencida que nunca lo dejaré de hacer, nos
volveremos a encontrar algún día, te recuerdo siempre.
“Hasta pronto”